El pasado sábado hicimos Valentín y yo el absurdo intento de ir a cenar a Sushi Shop, el nuevo japonés de súper moda, o sea, abierto en la señorial calle de Serrano, número 1, prácticamente en plena Puerta de Alcalá donde, por cierto, lleva un año abierto Harina, cafetería especializada en panes, bizcochos, bocatas y repostería... Muy limpio y bonito. Menos de un año lleva abierto un Cafe & Te en esta misma plaza y ambos están siempre llenos, pero ni con esas, el imponente y fallido Ramses levanta cabeza...
Pero volvamos al fashionista Sushi Shop y a lo ocurrido. Sábado noche 25 de septiembre, 22,30horas, día de la inauguración de la nueva calle Serrano. Infinidad de personas agolpadas en la zona de entrada de este bonito espacio Zen de aires minimalistas y orientales. Los que esperaban se quejaban, los que estaban sentados también se quejaban y los que estaban comiendo se quejaban mucho. Resultado, unos ricos sandwiches de salmón, de pavo, y vegetales, unas Coronitas frías y alguna peli... Y todo en casa.
Sitio nuevo, fashion, japonés, con brillantes botellines de champagne (benjamines) en sus estanterías.... No podía dejarlo pasar y el domingo me planté allí de nuevo, un poquito más tarde de las 14horas, que no cogen reserva y esta vez estaba decidida a comer. En la entrada, comida para llevar, una carta que prometía, con mucho maki roll y otros rolls sumamente atractivos. Sushi, sashimi y 3 tipos de tartar...Divertidos, imaginativos y apetecibles. Y además están ricos, aunque lo mejor, sin duda, son los Macarons, tiernos pero con mordisco y de sabor intenso. Eso sí, no es oro todo lo que reluce. La susodicha (o sushidicha) cadena a la que pertenece este restaurante es francesa, y tienen ya cerca de 40 establecimientos principalmente en el país galo y en Bélgica. Su fórmula parece infalible, pero dudo mucho que termine de encajar en nuestra irreverente capital.
La brillante botellita de champagne Pommery salió con corcho, el brut y también el rosado. El resto de bebidas ya no resultan tan monas como las botellitas, son de lata y no están bien frías. La cocina es lenta, y además, cierra a mediodía a las 15,30h., dejándote con las ganas de comer algo más. A las 16horas el sitio se cierra... No hay opción... Hasta las 20horas que vuelve a abrir. Algo de todo absurdo estando en el esquinazo opuesto del Retiro, donde la gente va y viene a cualquier hora y , por tanto, picotea a cualquier hora. El precio no estaría mal para ser un japonés, si no fuera por todo lo anterior.
Conclusión: No repito, me quedo con mi Nagoya, el japonés perfecto por su carta, servicio, espacio, tranquilidad y precio perfectos. Y este sí abre su cocina casi hasta las 16,30 a mediodía y hasta la 1 de la madrugada por la noche... ¿Quién da más? Obviamente los parisimos de la bonita mariposa en la portada, no van a ser.
Pd, Gracias a Alexis, uno de los encargados, por su amable y perfecta atención... A veces reluce algo de oro gracias a las personas.
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