MUI PERO QUE MUI MUI

Juanjo López

Juanjo López y Mercedes Romero, o lo que es lo mismo, los creadores de La Tasquita de Enfrente, han abierto MUI, una taberna en la misma calle Ballesta número 4, junto a la Tasquita.

Si en la anterior el precio medio ronda los casi 100€ y los pasa fácilmente, en esta sales comido por 25; si en la anterior te ponen la ensaladilla con huevas de erizo o carabinero, en esta te la ponen tradicional, recién hecha y fresquita... Vamos, que en época de crisis pasamos de la Tasquita a la Tabernita MUI encantados de la vida.

MUI dispone de 3 plantas, abajo la cocina, en la planta calle nos topamos con una enorme barra donde podemos picotear unas ostras, unas latitas de Ramón Peña, mortadela trufada, croquetas, Gildas (impresionante la aceituna, la anchoa y sobre todo el aceite de oliva), sangre encebollada (qué rica y qué olvidada, a mí me la hacía mi abuela), o unos huevos a los que Juanjo llama "de Sacha", son lo que según él se llamaba la 'merienda del borracho', un huevo cocido con sal, pimienta y aceite de oliva que llena la panza mientras tomamos un vinito por copas de la carta (de Mercedes) donde el vino más caro que encontramos no alcanza los 50€. Las comandas se pasan a grito de camarero, para hacer más realista el asunto y las paredes están garabateadas por amigos de la talla de Joaquín Sabina. Al fondo, una cocina vista para deleite de los escasos comensales que pueden tomar asiento en un minisaloncito sin reserva... Y en la planta de arriba, una sala, club, rincón o como prefieran llamar a una zona a la que se accede sólo previa invitación de los anfitriones.

Acaba de abrir y los comensales entran y salen constantemente. Champagne por copas y cerveza Brabante, que está muy rica y se está poniendo de moda. Cierra domingos y lunes, así que no sustituyan el barrio de la Latina por el de Malasaña, sólo servirá para darse un paseo.

Y sí el bolsillo lo permite, entonces sí, tómense el aperitivo en MUI y luego tuerzan la columna y tomen asiento en La Tasquita. La experiencia lo merece.

Dibujo de Joaquín Sabina