Descorchar y beber a sorbos

Acompáñame, y descubre conmigo nuevas experiencias gastronómicas y de ocio a través de una copa, los ambientes más exquisitos y los espacios más chic del panorama actual





miércoles, 25 de agosto de 2010

LA BOELLA, DESCANSO ENTRE OLIVARES




Hay lugares que están creados para el descanso, lugares donde aparcar el estrés, encontrar inspiración, recapacitar acerca de nosotros mismos y de los demás, etc... Y aunque mi verano ha sido agitadito, pero bastante relajado al mismo tiempo, he decidido darle la última pincelada a mi paz interior visitando la finca de La Boella, un espacio único en la Costa Dorada, situado en la carretera que va desde Reus hasta Tarragona.(http://www.laboella.com/)

La Boella, en origen, es un olivar que data de la época medieval, su edificación surge en el siglo XII y sus tierras siempre se han destinado al cultivo agrícola. El gran éxito de este complejo parte de sus aceites, formando parte del club Grandes Pagos del Olivar, y recibiendo durante varios años consecutivos el premio del Ministerio de Agricultura como Mejor Aceite de Oliva Virgen Extra de España; pero en La Boella también se elabora vino, dos tintos titulados Mas La Boella, uno de ellos con crianza (pertenecen a la D.O.Tarragona). A partir de sus excelentes productos, La Boella se convierte en restaurante y salón de convenciones y eventos, y más tarde en hotel. Un hotel exclusivo para clientes exclusivos que, reitero, buscan la máxima tranquilidad. Sus 13 habitaciones, diseñadas con tonos neutros y maderas, y dedicadas cada una de ellas a una variedad de uva distinta, representan un lujo casual en el que no falta detalle (me encantaron los Amenities de BVLGARI).

Pero lo que me siento obligada a destacar es su restaurante, Spai Fortuny (su nombre rinde homenaje a Marià Fortuny), donde una cocina de producto, en la que predomina el mundo vegetal, surge de la mano del muy joven Manuel Ramírez (de nacimiento andaluz).

Dispone de varios menús degustación, uno de ellos descaradamente dedicado al oro líquido "El elixir dorado", insignia de la casa (60€). A nosotros nos sirvió un menú gastronómico (65€), pura cocina de mercado, donde el producto, insisto, es predomintante. Para empezar, un bocado de Pollo de corral con queso de cabra de Albió y trufa de verano; a continuación una Sopa de tomate de su propia huerta con langostinos de Vinaroz y jamón ibérico (posiblemente el plato que más me gustó del menú, por su frescor, su sabor y el sutil manejo de las hierbas para realzar su sabor a huerta); siguieron unas Gambas de Denia con papada de cerdo (las gambas hablan por sí solas y la papada estaba muycorrecta, jugosa); dos pescados a continuación, el primero, Rubio acompañado de una cremita de romesco y ajo quemado (una combinación perfecta) y Lubina salvaje con fruta a la parrilla y aceite de vainilla ( la fruta a la plancha estaba muy rica, pero a la calidad de la lubina le sobraba compañia, sobre todo una compañía tan descarada); casi a punto de rendirnos nos atrevemos a dar un bocado al Cochinillo, confitado a baja temperatura con parmentier de patata y peras al vino (a mi juicio, gran mano tiene Ramón para este plato, teniendo en cuenta que amigos como Mario en Coque u Oscar en Maracaibo, me han hecho muy exigente), lástima no haberlo pillado con más hambre. Terminamos con unas Orelletes o Pestiños, servidas con helado de leche de oveja fresca y rociada con hilos de chocolate caliente.

En la parte del servicio, Amalio Merino, maestro en la sala y en la elección de los vinos, tuvo desde el principio un trato amable, cálido, profesional y de máxima atención. Para empezar, nos sorprendió con un excelente cava de la región Carles Andreu Brut Nature. Nunca antes había oído hablar de él, pero acabé con una caja en el maletero del coche. Está elaborado con las autóctonas de la zona, Macabeo y Parellada. Si lo ven por alguna parte, no duden en hacerse con él (su precio en la tienda de La Boella no supera los 6 euros). Luego un rueda, Martivilli... que no está mal, pero eché de menos algún blanco de la zona, al menos de Catalunya, que de esos tienen, y muy ricos. Para cerrar, acompañando el soberbio cochinillo, su Vi de Guarda La Boella, redondo y muy frutal, algo lácteo también, de los que se beben facilmente y con gusto.

Recomendación: Escapadita romántica y noche en su hotel, cena en Spai Fortuny, desayuno recién hecho completo (servido desde cocina en su mayoría); y aperitivo con una cata de aceite o de vinos en su tienda, especialmente acondicionada para ello.

Gracias especialmente a Sonia Pau, por tu preocupación constante por nuestro bienestar.

Pd. Los aceites de La Boella se elaboran con la variedad Arbequina en su mayoría, pero también embotellan aceite de las variedades Arbosana (autóctona) y Koroneiki (griega).











1 comentario:

  1. Ya sabes qué opino sobre los vinos de Rueda, y efectivamente, llama la atención que en Catalunya no opten por un blanco de la tierra, que como tú dices, los hay muy buenos. Por otro lado, me encanta ver que una periodista madrileña escriba romesco, tal como es, y no romescu, como se ve en Madrid, como si la salsa fuera rumana.

    ResponderEliminar