Descorchar y beber a sorbos

Acompáñame, y descubre conmigo nuevas experiencias gastronómicas y de ocio a través de una copa, los ambientes más exquisitos y los espacios más chic del panorama actual





lunes, 29 de marzo de 2010

Mercado de San Miguel, peregrinación a La Meca

Resulta que no puedo evitarlo, siempre caigo en la tentación, lo intento y lo intento y recaigo y recaigo. ¿Hay alguien haya vivido o pasado por Madrid en el último año y que no haya probado a entrar en el Mercado de San Miguel? Se ha convertido en algo así como en La Meca o la Catedral del Santiago Apostol, punto de peregrinaje para gastrónomos, empresarios, gente guapa y guiris de chancla y calcetín. Yo (y no soy de las de chancla y calcetín), también caí rendida una y otra vez a sus pies hasta que un buen día me encontré haciendo equilibrios con mi copa de champagne entre dos dedos, un canapé de brandada de bacalao reseco entre otros dos, mi abrigo, mi foulard, el bolso (que encima era sin asas), y un montón de amigos haciendo cola india porque era mposible cerrar grupito entre tanta gente.... Resumiendo: imposible beber, comer, hablar, estirar los brazos, jaja, y no hablemos de sentarse o fumarse un cigarrillo, misión imposible, y todo eso en el tiempo que ocupa un aperitivo por el módico precio de 50 euros (3 copas de Lallier, el champagne más barato que encontrarás; 3 ostras, que fui acercando a mi boca con impulsos compulsivos gracias al abrigo de invierno que sostenía en el brazo derecho, y el canapé de brandada de bacalao reseco cuya mitad se encontraba desde el principio tirada por el suelo).

Y después de tenerlo tan claro, este sábado repetí la experiencia (¿cómo era aquella frase?, ¿todo pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla?, pues bien, a las personas nos pasa idem.) Volví a encontrarme desde las 13p.m. hasta las 15p.m. en aquel espacio diáfano y recargado de puestos y personas como mis artilugios colgando del antebrazo, rogando una copita de champagne.... fría si pudiera ser... no importa el precio, pero la quiero antes de que llegue la dama desesperación y no responda de mi...

Afortunadamente unos metros más abajo nos encontramos con la Cava Baja y allí mis amigos de Tempranillo y Casa Lucas me reconfortan con sus copitas bien servidas y sus cánapes recién hechos y rellenitos, como a mí me gustan, con chicha.





1 comentario:

  1. Sí, es verdad, tienes que darte de codazos, pero, ¡qué glamour!, como diría Boris. Comparto los últimos post, ¿ok?

    ResponderEliminar